El estreno de la película Oppenheimer en los cines, no solo nos recuerda la Segunda Guerra Mundial y la bomba atómica que dio fin a la Guerra en el Pacífico, sino que también existió una relación de J. Robert Oppenheimer y Puerto Rico. Este físico norteamericano entabló una amistad con Luis Muñoz Marín para emprender un proyecto de un centro de estudios avanzados para la Isla. En este espacio, queremos recuperar esta memoria de este esfuerzo que se desvanece con el fallecimiento de Oppenheimer en 1967. Presentamos una serie de documentos del Archivo Histórico de la Fundación Luis Muñoz Marín que cuentan esta relación y el proyecto educativo que estas dos figuras interesaban desarrollar en Puerto Rico.
Ovidio Marrero Lozada
Estudiante doctoral
Centro de Estudios Avamzados
de Puerto Rico y el Caribe
Como parte de la exhibición de la obra cinematográfica “Oppenheimer”, aquellas comunidades, donde la figura del afamado científico hizo presencia, tendrán la oportunidad de rememorar esa época, incluyendo Puerto Rico. El doctor J. Robert Oppenheimer es conocido como “el padre de la bomba atómica” por haber facilitado el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial culminando con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre suelo japonés en agosto de 1945. Los vínculos de Puerto Rico con Oppenheimer se constatan en documentos conservados en distintos archivos históricos, entre ellos la Fundación Luis Muñoz Marín y la Colección Jaime Benítez de la Universidad de Puerto Rico.
Oppenheimer fue invitado para ofrecer una charla en 1960 en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Es importante señalar que Oppenheimer era director del Instituto de Estudios Avanzados en Princeton desde 1947, una vez concluido el Proyecto Manhattan. Dedicó parte de su tiempo a dar charlas en Estados Unidos y otros foros internacionales concienciando sobre la proliferación de armas nucleares. Oppenheimer comprendió el efecto devastador de la bomba atómica desde la primera prueba al expresar las palabras del escrito hindú Bhagavad-Gita, “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”.
Su disertación, titulada “Tradición e innovación”, señalaba filosóficamente a las ciencias como tradición e innovación. Oppenheimer resaltó una preocupación con el futuro de las ciencias ante la imagen pública. Le inquietaba que las ciencias habían sufrido de una imagen negativa dado los resultados de la bomba atómica, un artefacto basado en las innovaciones presentadas por la evolución de las teorías atómicas. Oppenheimer señaló los peligros de la guerra atómica y aprovechó para criticar a Estados Unidos por expresar, con sus acciones, “el punto de vista de que no había daño alguno en usar las armas superiores, en utilizarlas macizamente, con la condición única de que fueran esgrimidas contra un antagonista, cuyo Gobierno había hecho algo malo”.
La visita de Oppenheimer a Puerto Rico y su consecuente conferencia calaron hondo en la comunidad universitaria. Sobre esta conferencia, el profesor José Arsenio Torres expresaría que Oppenheimer “provocó uno de los aplausos más espontáneos y entusiastas que se hayan prodigado en la Universidad”. Además, asintió que ese homenaje del estudiantado universitario hacia Oppenheimer representó “una actitud de intuitiva solidaridad con la excelencia”.
Oppenheimer se vuelve a vincular con Puerto Rico con la muerte trágica del profesor universitario Facundo Bueso en enero de 1960. Bueso se desempeñaba como profesor de Física en la Facultad de Ciencias Naturales. Los administradores de la Universidad de Puerto Rico le sugirieron a Jaime Benítez crear una posición catedrática con el nombre de Facundo Bueso con Oppenheimer como candidato principal. Aunque agradecido por la invitación, Oppenheimer rechaza el nombramiento. En su lugar recomendó a Richard Feynman, físico que había trabajado en el Proyecto Manhattan con Oppenheimer. Eventualmente Feynman nunca ocupó la mencionada posición catedrática.
El vínculo más interesante de Oppenheimer con Puerto Rico tiene que ver con la propuesta de un centro de estudios avanzados para la Isla. Esta propuesta conllevó una colaboración con Luis Muñoz Marín, entonces senador, entre los años 1965 y 1967. Oppenheimer y Muñoz Marín se encontraron en una actividad en Nueva York en 1965, donde el senador recibía un reconocimiento de la organización Family of Man Award. En carta de Oppenheimer dirigida a Muñoz Marín, fechada 18 de diciembre de 1965, el físico reafirmó su interés de “explorar contigo algunos pasos iniciales en traer educación avanzada a Puerto Rico”. Muñoz Marín acogió la idea de Oppenheimer para apoyar el desarrollo educativo y económico de Puerto Rico. El desarrollo económico de la Isla en la década de 1960 entraba en una fase nueva, atrayendo tecnologías más avanzadas como la energía nuclear, las farmacéuticas y los procesos petroquímicos. Los estudios técnicos indicaban una deficiencia en destrezas para manejar estas tecnologías para poder mantener un desarrollo económico sostenible.
Oppenheimer logró someter una propuesta de un centro con una estructura, en una escala pequeña, similar al instituto de Oppenheimer en Princeton. Pero la muerte de Oppenheimer en febrero de 1967 tronchó la propuesta del centro. En carta dirigida a Kitty Oppenheimer, viuda del físico, Muñoz Marín expuso honrar su memoria designando con el nombre de J. Robert Oppenheimer al centro de estudios avanzados una vez quedara constituido. Muñoz Marín incorporó un centro de estudios avanzados en 1968 pero nunca se vio realizado en la práctica. En el año 1976, la idea de Muñoz Marín se modificó para crear el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, un espacio de estudios sobre temas puertorriqueños, distinto a la propuesta de Oppenheimer.